ENFERMEDAD DEL IMPLANTE MAMARIO
Existe un número pequeño, pero aun así significativo, de mujeres portadoras de implantes mamarios, que acuden a su médico refiriendo una serie de síntomas difusos molestos, de mayor o menor repercusión, aparentemente no relacionados con la implantación de la prótesis, pero que realmente sí lo están y que conforman un síndrome llamado enfermedad del implante mamario o BII (breast implant ilness). En la mayoría de los casos estas pacientes son incomprendidas por los profesionales de la sanidad que las atienden, debido al amplio desconocimiento que, por lo general, existe de esta enfermedad.
Actualmente en EEUU se ha empezado a reconocer la BII y se ha comprobado que los síntomas pueden desaparecer cuando se retira el implante y su cápsula. Sin embargo, esta enfermedad es muy desconocida en España, y lo poco que se conoce de ella, se tiene en muy poca consideración.
Si bien la incidencia general es relativamente baja, es importante reconocer los síntomas para no “marear” a la paciente que lo padezca, que en muchos casos es diagnosticada de depresión o fibromialgia, por no saber reconocer el daño que el implante, por motivos desconocidos, está generando en su cuerpo.
A día de hoy, no se ha podido establecer una relación evidente entre los implantes y los síntomas que muchas de estas mujeres padecen, ni se conoce bien el mecanismo de lesión del implante en el organismo. Pero no podemos ignorar que dos de cada tres mujeres mejoran, total o parcialmente, de sus síntomas tras la retirada de los implantes y esto bastaría para probar una evidencia científica.
Los implantes que pueden causar esta enfermedad, son de todo tipo y de todas las marcas, ya sean texturados o lisos, de silicona o de suero salino. Al margen de esto, los implantes texturados pueden estar a su vez asociados con un tipo linfoma (que ya traté un artículo anterior) «Linfoma Anaplásico de Células Gigantes (LACG) y contractura capsular» y están en tela de juicio por las agencias reguladoras. Por lo que a la hora de decantarnos por un tipo de prótesis sería mejor elegir una lisa, pero no para evitar una futura BII, sino por la posible relación de la texturada con ese tipo de linfoma que he mencionado.
Volviendo, exclusivamente, al tema que tratamos en este artículo (BII) habría que decir que los implantes rotos son más susceptibles de causar esta enfermedad pero, sin embargo, está descrita incluso en casos con los implantes íntegros, ya que la cobertura de los implantes es de silicona (incluso en los implantes de suero salino). Incluso pueden haber pequeñas fugas de gel de silicona con la cobertura integra por exudación de los implantes. Por ese motivo es imprescindible en dichos casos la retirada de los implantes y su cápsula.
Creo que es evidente la obligación del cirujano plástico de informar de los síntomas de esta enfermedad a la paciente que acude con molestias, y darle la opción de retirar los implantes. En mi experiencia he visto mejorías muy significativas tras la retirada de éstos y las pacientes aumentan mucho su calidad de vida.
Si bien una retirada de implantes implica una cirugía y un perjuicio estético, la paciente, refiere sentirse contenta de haberlo hecho y agradecida, debido a experimentar una mejoría en sus síntomas. Hay que tener muy presente que no hay nada peor que encontrarse mal y no saber por qué.
Las posibilidades reconstructivas de las pacientes explantadas han aumentado considerablemente gracias al trasplante autólogo de células de grasa adulta o lipofilling. No se trata simplemente de un “relleno”, sino de aumentar el volumen mamario y modelar con tejido vivo (que permanece sin reabsorberse), consiguiéndose en la mayoría de los casos resultados muy armónicos y naturales.
¿Cómo reconocer el BII?
- Dolor muscular o dolor articular.
- Debilidad, cansancio o perdida de fuerza.
- Perdida de cabello, erupciones o picores cutáneos.
- Escalofríos, o sensación distérmica.
- Depresión, insomnio, cefaleas.
- Sequedad de ojos y boca.
- Problemas gastrointestinales e intolerancias alimenticias.
- Asociación con enfermedades autoinmunes o reumatológicas, si bien este punto puede ser el más discutido. Yo he tenido pacientes con enfermedades autoinmunes que una vez retirados los implantes han mejorado de su patología.
Puede haber otros síntomas muy dispares y hay que creer a la paciente, ya que una tendencia del médico muy extendida y muy perjudicial, es pensar que no existe la enfermedad que él desconoce, lo que le lleva a tratar a ese paciente hasta con incomprensión , dándole a entender “que no le pasa nada realmente y que todo son imaginaciones suyas”.
Esto es también motivo de que la enfermedad esté infradiagnosticada, pues muchas veces, al contar los síntomas al cirujano que la operó, en la mayoría de los casos se les dice: “eso que cuenta no tiene nada que ver con sus implantes”. Y puede que en algunos casos sea cierto, pero no así en otros. Estoy seguro que cuando se hagan estudios amplios, de pacientes con implantes mamarios, buscando estos síntomas, nos vamos a dar cuenta de que es un problema mayor del que ahora mismo consideramos.
Dicho esto, vuelvo a recordar que las pacientes que presentan estos síntomas son un porcentaje muy reducido con respecto a la totalidad de las pacientes implantadas, y no creo que una persona que esté pensando en una implantación de prótesis tenga que dejar de hacerlo por miedo a padecer esta enfermedad, pues como ya he dicho son casos excepcionales. Pero eso no excluye el hecho de que el médico deba estar preparado para atender a la paciente que excepcionalmente lo padezca.
Concluyendo, podríamos decir que no se puede ignorar esta afección por el simple hecho de su baja incidencia, ni tampoco debido a que, hoy por hoy, no conozcamos el mecanismo que lo produce. El diagnostico debería establecerse siempre que una paciente portadora de implantes (rotos o no) presente alguno de estos síntomas y mejore una vez se realiza la explantación y la capsulectomía.
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